Ganas de escapar.

El calor me hace perder facultades, a mi y a todos. Yo en particular cada día estoy menos cuerdo, no se cuanto podré aguantar metido en esta puta habitación rodeado de estos asquerosos cerdos que son mis compañeros. Me paro a observar, la gente ya no entiende a principios, hacen grupitos en los que se dedican a hablar, digo hablar por decir algo. Unos se descalzan, otros se dedican a jugar con el abanico y otros, otros simplemente se dedican a hacer ruido. Y yo, mientras tanto, escribo con el solo objetivo de guardar la poca cordura que conservo.

Día 1

Primera Hora
Estoy en clase, aburrido, somnoliento. El resto (no todos) haciendo el examen. Por detrás, susurros. Delante mucha gente concentrada en hacer un burdo examen, inútil, innecesario, pues no les va a servir a ninguno de nada.

Segunda Hora
 El aburrimiento sigue en mi desde días atrás, en una clase de zoquetes en la que mi ingenio y talento apenas llega a ser apreciado. Profesoras amargadas por Dios sabe qué, alumnos indignados y yo, encerrado en mí, intentando evadirme.


Tercera Hora
Estamos en clase de Matemáticas, la profesora dice que somos como críos de infantil, pero en realidad el problema es que ella es como una profesora de parvulario. No hace más que confundirse y, por si fuera poco, rompe completamente con el prototipo de profesora sustituta. Debería de esta buena, ser amable e intentar ayudarnos, por el contrario, es una gorda que cada día lleva una ''fragancia'' distinta, unos días huele a ganchitos pasados, otro a piel de mandarina...